La penúltima cena
El pasado martes, como suelo hacer, aprovechando que me habían abandonado las mujeres de mi casa, invite a cenar a un grupo de amigos.
En esta ocasión a mis amigos al completo, el único que fallo fue Pedro, pero el egoísta estaba de cachondeo por Santiago.
Por primera vez, y espero que así continúe, Enrique y Ana no se perdieron y llegaron dentro de un orden; y aunque Pedro no venía Yasmeen haciendo honor al mismo Pedro llegó la última y tarde.
Y como siempre por mucho que repita de no traer nada de nada, Ana y Yasmeen tenía que ser como son; lo de Ana no tiene perdón pues un taper más y nos da cenar ella. Menos mal que la incauté de casi todo menos de un mejunje de color verde claro que como somos muy educados y sinceros (jajaja) dimos nuestra aprobación; creo que no se dio cuenta de que no nos gustó; eso espero que no se entere.
Entre Viki, Juani, Rafael, Miguel y Enrique lograban que el resto no pudiésemos ni hablar, era imposible, no hablan gritan.
Empezamos con unas cuantas cervezas, no beben devoran.
Cuando puse el perol de alubias en la mesa empezaron con los comentarios, que si yo no ceno eso que si es muy fuerte para cenar, que si tal que si cual; hambre de tres días les daba yo a estos. Y para dar la puntilla, Juani y Miguel que para ellos tienen que estar ardiendo. Probar y ya empiezan con sus mentiras, que bueno esta esto, que yo repito y cosas así. En este caso, los peores fueron Abel y Maite, que obligaron a Vega (hija menor de edad) a mentir como ellos; pobre Vega mira que comerse las alubias obligada.
Bueno el segundo pollo en salsa exquisita como esperaba casi no comieron, sólo un trozo cada uno; tenia calculado que sería mi comida y cena en los próximos dos días.
Y como no, cuando les informe que el postre lo había comprado, es lo que mejor se comieron, no llegaron a las manos para comerse lo último que quedaba en la fuente de pura casualidad.
SOBRE TODO SINCERIDAD.
Y llegó el momento de las copas, varias y menos mal que este gobierno ha prohibido conducir bebido y eso me libró de quedarme sin bodega.
Pero pasamos un rato agradable, y como siempre agradezco su visita.
Estaba vez las mujeres se me escaparon sin fregar, he estado toda la tarde del miércoles y la mañana del jueves fregando y colocando todo; luego viene Carmen y pasa revista con el algodón y me castiga si sale sucio.
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