Esa cocinera.
En un pueblecito granadino vive Ana, rubia, amable, alegre, maestra cocinera y compradora de relojes de pared para su marido
En la última invitación a cenar me hizo borrar de mi memoria el entrañable recuerdo de la anterior, la superación en aumento; la verdad y siguiendo mi natural y extraordinaria precisión para catalogar este tipo de eventos diría: No estaba mal, menos mal que con el alcohol del cubata me desinfecto la herida del estomago producida por los alimentos anteriormente consumidos.
En honor a Ana, y con todo mi respecto copio parte de una bellísima canción típica para esta ocasión, yo soy el de la última estrofa.
Cocinando me doy una maña
que no hay en España quien guise mejor
y con gracia preparo al momento
un buen condimento que está superior
sin pensarlo de repente
yo me guiso un arroz con fideos
que el señor mas exigente,
que el señor mas exigente tiene que chuparse los dedos.
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