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Juan solo en mi cuarto y en un rincón.

Comunicados

Cuando estamos todos en casa, parece que tenemos una centralita telefónica al completo, ¿será por teléfonos?, ocho en casa; ni los Serrano. Si, no he contado mal, somos seis y tenemos ocho; cada uno su móvil y dos fijos.
Que tiempos los míos cuando en casa tuvimos teléfono yo tenía por lo menos 8 años sino más, aun me acuerdo el primer día que instalaron el teléfono, venga dar vueltas a su alrededor, lo miraba por arriba por abajo, levantaba el auricular pero no había línea; al cabo de unos días oí un sonido y por fin teníamos línea, ¿pero a quien podía llamar? a nadie no sabia quien de la familia tenía también teléfono.
Recuerdo, que salía con los amigos al centro y había cabinas telefónicas por la calle, con su puerta, sin guías por que se las había llevado y funcionaban y todo.
Si llamabas desde un bar, tenías que comprar un ficha en lugar de meter monedas.
Que bien se estaba, sin poder ser localizado cuando estabas fuera de casa, nadie te podía llamar, solo podían dejar el recado en cualquiera de los bares que visitábamos de forma habitual.
Desde las cuatro de la tarde, que salía de casa, hasta las diez de la noche, que tenia que volver, no me podían localizar; mis padres estaban tranquilos pues si me pasaba algo ya les llamaría la policía o del hospital.
Ahora, si te descuidas y no dejas el teléfono móvil en la mesa, seguro que te llaman cuando estas en el servicio; ¿no os ha pasado a vosotros?.
La realidad en casa, no ha cambiado mucho, pues aunque los seis tenemos nuestro móvil, ellos normalmente te dan un "toque" para que tu les llames y pagues la llamada; es decir, tenemos un teléfono paganini y cinco supletorios.
Nuestros hijos han creado otro esperanto, los sms, acortando las palabras al máximo y mas allá.
Vas a entrar a la cocina o alguna de las habitaciones, y te quedas parado ¿hay alguien con la pequeña? o ¿esta hablando sola?, no esta hablando por su móvil.
La segunda tiene contratado una especie de tarifa plana y cualquier día de estos se le queda pegado a la oreja, esta llama desde cualquier sitio y en cualquier postura, sentada, de pie, tumbada, tumbada con los pies en al pared, debajo de la sabana.
He decido no encender el móvil, solo lo llevo para llamar a Carmen cuando salgo para casa, espero llegar a dejarlo en casa y definitivamente darlo de baja.
Si es útil cuando sales de viaje por seguridad pero nada más.
Llegará el día, sino ponemos remedio, que tendremos un implante en nuestro cuerpo un combi que no solo tendrá teléfono móvil, sino todo tipo de archivos multimedia, que podemos conectar con nuestro PC por puerto USB; escuchar música sin necesidad de auriculares en las orejas, ver una peli sin necesidad de pantalla.
Todo esto esta muy bien pero nos resta intimidad, iniciativa, imaginación y nos aísla de los demás, podemos chatear con o sin imagen con los amigos, podemos jugar en línea por internet, podemos comprar sin necesidad de ir de tiendas, podemos pedir nuestra comida semanal por la red. En el caso de internet, que esta muy bien pero con cierta medida, tendríamos que tener nuestro tiempo para disfrutar del contacto real con la familia, con los amigos, los vecinos, el tendero.
MENSAJE: SI A LA INCOMUNICACIÓN NO AL AISLAMIENTO.

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